Es el factor meteorológico que más incidencia tiene en la siniestralidad vial. Según las estadísticas de CESVI, tres de cada cuatro muertos en siniestros de tránsito en días de lluvia se deben a situaciones que el conductor podría haber evitado.
Según resultados de nuestros relevamientos, en los primeros minutos desde que arranca a llover se producen la mayor cantidad de accidentes en días de lluvia. Esto deja en evidencia que este primer momento es una trampa mortal y por ende hay que prestarle mucha atención.
Concretamente, en los primeros 10 minutos de cualquier lluvia se generan importantes demoras, congestionamientos, caos vehicular, con un mismo resultado final: choques que se podrían haber evitado. Es que, como podemos comprobar, tres de cada cuatro muertes ocurridas en estas circunstancias se deben a imprudencias del conductor. Por eso, aquí analizamos algunas situaciones comunes durante el manejo en días de lluvia y cómo se debe actuar arriba del auto.
Según datos de la Dirección General de Tráfico de España, más del 80% de los siniestros adjudicados al mal tiempo están causados por la lluvia, le sigue la niebla como peor fenómeno meteorológico causante de un 6% de estos choques; luego los fuertes vientos, con el 3,7%. Por detrás están, con menor incidencia, el granizo y la nieve. Si trasladamos estos datos al tránsito de nuestro país, podemos advertir que no son tan diferentes.
Cómo actuar
Mas allá de la condición de la calzada por la que circulamos, el primer consejo que debe darse es tener sentido común y precaución. Al llover, el agua se mezcla con la suciedad y el aceite presente en las calzadas, creando las condiciones perfectas para derrapar. La mejor forma de evitar el patinamiento es reducir la velocidad. No hay otra. Si conducimos más despacio, más banda de rodadura del neumático estará en contacto con el pavimento, lo que redunda en mayor tracción y respuesta de frenado.
En días de lluvia intensa, es común la pérdida de adherencia y respuesta del vehículo. El agua forma pozos en algunos sitios de la vía, y allí es necesario mantener firme la dirección y no tratar de corregir o frenar estando en la zona de baja adherencia. Si al circular, el agua no es correctamente despejada por debajo del neumático, cualquier acción de frenado producirá el bloqueo e inevitablemente conducirá al aquaplaning. Por otro lado, velocidades de rotación superiores a la posibilidad de despeje del agua también podría generar que el neumático se monte en la superficie del agua, situación muy común en accidentes donde participan vehículos con los neumáticos con excesivo desgaste o circulando a muy alta velocidad. En el caso de los vehículos equipados con ABS (sistema antibloqueo) cuentan con una ventaja en este tipo de circunstancias, ya que al evitar el bloqueo garantiza el desagote del agua.
Por otra parte, cuando el agua choca contra el parabrisas se reduce la visibilidad, ya que se produce condensación de vapor y empañamiento del parabrisas por dentro. Ante esto, hay que mantener las luces encendidas, usar el aire acondicionado para desempañar y mantener limpios los vidrios y, si la situación lo requiere, encender las luces antiniebla. En lo posible, se debe seguir la huella del coche que nos precede porque de esta forma se disminuye el riesgo de aquaplaning. Y otro consejo: con piso mojado hay que aumentar la distancia con respecto al vehículo que va adelante.
Habitualmente, cuando analizamos accidentes donde el vehículo despista de la ruta, un paso obligado dentro del proceso de investigación es el análisis del estado y la presión de los neumáticos. En un 80% de los casos encontramos indicadores sobre mal estado de los neumáticos, que sumados a otras circunstancias como la velocidad o las malas maniobras en situaciones críticas, son los causantes del accidente. Realmente el estado de las gomas adquiere protagonismo en estas circunstancias, ya que tiene la misión de desagotar el agua para que el contacto entre el caucho y el asfalto sea el mejor posible. En estas circunstancias, más allá de su diseño, lo principal es que cuenten con la profundidad de dibujo adecuada: 1,6mm. Por otro lado, la presión es un valor a tener en cuenta también. Debe estar siempre dentro de los valores definidos por el fabricante. Menos presión puede hacer que la banda de rodadura no apoye correctamente y como consecuencia generará una dificultad extra a la hora de despejar el agua.
En resumen:
Reducir la velocidad.
Con piso mojado hay que aumentar la distancia con respecto al vehículo que va adelante.
Mantener un nivel de atención y precaución extra.
Realizar desaceleraciones suaves y progresivas.
En caso de mucha lluvia, encender las luces antiniebla delanteras y traseras.
Controlar asiduamente presión y estado de los neumáticos.
21/7/09
Lluvia intensa, una trampa mortal - INFORME CESVI
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